Nací en la ciudad de México, en Marzo de 1977. Durante algunos años de mi infancia tuve la oportunidad de ir de visita a algunas escuelas Montessori; sin embargo, mi educación siempre fue en escuela tradicional. En casa había resúmenes escritos de los libros de María Montessori y me gustaba mucho leerlos, no entendía mucho pero sí sentía que alguien veía a los niños de una manera diferente a lo que veía en mis profesores.

   A los 16 años, comencé a trabajar con niños de edad preescolar, de una manera lúdica, por decirlo de una forma, para mí era muy divertido. Después de un tiempo comencé a darme cuenta que los niños no sólo requerían un espacio de juego, podían realmente hacer cosas interesantes que yo no entendía cómo lo lograban. Por ejemplo: el binomio. Continuaba yo mi vida de estudiante hasta que llegó el momento de decidir. Yo había elegido otra carrera y por circunstancias de la vida y de mis elecciones, llegué así a Montessori.

   Comencé con mi curso para Comunidad Infantil, en donde el poder entender cómo se forma un ser desde su concepción hasta los 3 años de edad, fue maravilloso y enriquecedor. Cabe mencionar que yo estaba a punto de ser madre y haber llegado a este sitio me dio una idea más clara de lo que venía en mi vida. De poder ver en ese bebé que venía en camino, la evolución del ser humano en un corto tiempo. Maravillarme con el desarrollo que iba teniendo, el descubrir sus manos, el poderse mover, el darme cuenta que ese ser ya estaba en construcción, era increíble, gratificante y me hacía sentir claridad en mi responsabilidad con ella. Ese bebé creció y cerca de sus tres años, decidí que tenía que continuar en esto para poder seguir en esta línea. Así llegué al Centro de Educación Continua.

  Olga Dantus fue mi entrenadora y fue una gran transmisora de lo que María Montessori dejó. Este curso fue un parteaguas en mi vida. Me mostró al niño como un ser al que podemos seguir acompañando de una forma enriquecedora mientras él se va construyendo.

  Al término de mi curso tuve el privilegio de entrar a La Casa de los Niños Nan, donde estuve por 11 años. Sin duda alguna ha sido la experiencia que ha marcado mi vida, no sólo en el aspecto profesional en el personal también. Dejando experiencias que tocaron mi alma y mi ser. Tuve la fortuna de compartir este espacio con Soco y también con otras personas con las que coincidí en este lugar. Este espacio, me mostró la belleza de un ambiente Montessori, las sorpresas tan maravillosas en cada mesa de observación, el ver a los niños en su máxima expresión cuando repetían una y otra vez ese material que habían conquistado en cierto momento. Pude ver muchas cosas de las que habla María Montessori plasmadas en la realidad.  

  Cuando cumplí 11 años en esa escuela, nuevamente la vida me llevó a elegir nuevos caminos. Trabajé en diferentes escuelas Montessori, en donde las circunstancias y los contextos fueron diferentes entre unos y otros pero de cada uno tuve un gran aprendizaje y también han contribuido al ser que soy el día de hoy.

  En Agosto del 2018, me invitaron a participar en un Instituto en México para entrenar guías Montessori de Casa de los Niños. Nuevamente, descubrí cosas realmente interesantes. El poder compartir con cada una de las personas que asistían al curso y aprender de ellas, el ver su evolución, el ritmo, su transformación, el gozo de realizar un material y ver la expresión de su ser, dejó en mí una gran satisfacción.

  En Agosto del 2019, decidí cambiar mi lugar de residencia. Me mudé a la ciudad de Querétaro. Trabajo en una escuela Montessori actualmente, aunque en realidad dudaba mucho de seguir trabajando como guía Montessori, había vivido experiencias que habían marcado mi transitar y no sabía si quería seguir. De nuevo, se presentó la oportunidad de entrar a esta escuela y ha sido una gran experiencia.