‘En sus palabras’…’ORDEN Y BONDAD’. Maria Montessori, Formación del Hombre.

“Ahora bien, para volver a las barreras morales, había que ver sencillamente el hecho de la disciplina espontánea y de la conducta social de los niños, tan maravillosamente delicada, segura y perfecta.

Cuando contemplamos las estrellas que lucen en el firmamento, tan fieles a su trayectoria, tan misteriosamente sostenidas allá arriba, no pensamos: ‘¡Oh, qué buenas son las estrellas!'; sino que decimos solamente: ‘las estrellas obedecen a las leyes que rigen el universo'; y decimos también: ‘¡Qué maravilloso es el orden de la creación!’.

En la conducta de nuestros niños se evidenciaba un tipo de orden de la naturaleza.

El orden no quiere decir necesariamente bondad. No demuestra que el hombre ‘nazca bueno’ ni que ‘nazca malo’. Demuestra solamente que la naturaleza, en sus procedimientos por construir el hombre, pasa a través de un orden establecido. El orden no es la bondad, pero quizás es el camino indispensable para llegar a ella.

También en una organización social exterior, debe existir un orden como fundamento. Las leyes sociales sobre el comportamiento de los ciudadanos, la policía que controla su cumplimiento, son necesidades para lograr una convivencia social; y sin embargo los gobiernos pueden ser malos, injustos y crueles. Incluso la guerra, que es el hecho menos bueno y el más inhumano, se basa en la disciplina y en la obediencia de los soldados. La bondad de un gobierno y su disciplina son cosas diversas. Tampoco en las escuelas, sin lograr la disciplina de los alumnos, podría progresar la enseñanza; pero sin embargo se pueden dar formas de educación buenas y malas.

En nuestro caso, entre estos niños el orden provenía de directrices misteriosas, ocultas, internas que se podían manifestar solamente a través de la libertad que permitía seguirlas. Para permitir tal libertad era necesario que nadie interviniera obstaculizando la actividad espontánea de los niños, en un ambiente preparado para satisfacer sus necesidades de desarrollo.

Antes de llegar a ser ‘buenos’, es necesario entrar ‘en el orden de las leyes de la naturaleza’. Luego, desde este plano, ya es posible elevarse y subir a una ‘super-naturaleza’, donde se necesita la cooperación de la ciencia.

En cuanto al ‘mal’, a la ‘maldad’, es necesario distinguir entre el ‘desorden’ de la caída a planos morales inferiores. Ser ‘desordenado’, respecto de las leyes naturales que dirigen el desarrollo normal de los niños, no quiere decir necesariamente ser ‘malo’. De hecho los ingleses emplean términos diversos para expresar la maldad de los niños y la de los adultos: a la primera la llaman ‘naughtiness’ y a la segunda ‘evil’ o ‘badness’.

Ahora podemos afirmar con seguridad: la ‘naughtiness’ infantil es un desorden respecto de las leyes naturales de la vida psíquica que se está construyendo; no es maldad, pero compromete la normalidad futura en el funcionamiento psíquico del individuo.”

 

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